Cómo alcanzar la felicidad, paso a paso
Nos han enseñado que estamos hechos para ser infinitamente felices en el Cielo, que esta vida es apenas un paso hacia la eternidad, que lo único que importa es la otra Vida, pues esta es pasajera…
Pero, ¿creemos de verdad todas estas cosas?
Hoy, por ejemplo, Jesús nos dice: «Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al Infierno, al fuego que no se apaga.» ¿Seríamos capaces de hacerlo?
Pero Él continúa: «Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al Infierno.» ¿Adónde nos llevan nuestros pasos: a las acciones buenas o a las malas?
«Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la Infierno.» ¿Qué es lo que miramos…?
De ese lugar, donde el fuego no se apaga, nadie puede salir jamás.
Pero debemos ir más allá: los ricos deben llorar y lamentarse, como lo explica Santiago en la segunda lectura, si han amontonado sus riquezas cobrando comisiones indebidas, pagando malos salarios, robando a sus clientes, vendiendo productos de mala calidad, explotando a los empleados, etc. Así, dice el mismo Apóstol, condenan y matan al mismísimo Jesús, que será su juez.
Y este Juez no los resistirá, según sus mismas palabras: «El que escandalice a uno de estos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar». ¿Escandalizamos a alguien con nuestra conducta?, ¿con nuestras palabras?, ¿faltando a nuestras obligaciones?
Otro paso: en el libro de los Números, Moisés enseña que entre nosotros no deben haber envidias ni celos: «¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!» Y Jesucristo recalca: «Uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.» ¿Estamos celosos de alguien?